IRUN. Belén Martínez atiende, a la vez que a esta entrevista, varias consultas en la oficina que Acubi tiene en la calle Fueros de Irun. En las últimas semanas se nota, afirma, "el goteo de gente que tiene suscritas subordinadas de Fagor y de Eroski, que se acerca a informarse", tras conocerse la situación que atraviesan ambas empresas.

En cierta manera sí, aunque en estos años de crisis ha habido algunos cambios. Ahora,por ejemplo, las consultas relacionadas con los asuntos de propiedad horizontal (comunidades de vecinos) siguen siendo de las más numerosas, con 498 casos de un total de 1.645 en Irun, por ejemplo, pero cambian las problemáticas. En estos últimos años abundan las consultas sobre morosidad, de propietarios que dejan de pagar los costes de comunidad o las obras que se ejecutan en los edificios. También hemos atendido este año algunos casos de entidades financieras que han pasado a ser propietarias de locales o viviendas y que no estaban al día en sus obligaciones dentro de las comunidades. Afortunadamente, se han resuelto bien.

Ha habido un cambio en la ley de arrendamientos, pasando la duración de los contratos de cinco a tres años, lo que ha generado un buen número de dudas y preguntas por parte, sobre todo, de los inquilinos. También se dan casos de inquilinos que no pueden o quieren pagar, propietarios que se niegan a hacer obras para un adecuado mantenimiento de la vivienda alquilada... Como novedad, también ha habido consultas sobre los certificados de eficiencia energética en las viviendas, que son obligatorios tanto para el alquiler como para la compra y venta.

En Hondarribia, aunque también en bastantes puntos de Irun, hay una problemática bastante particular, y es la entrada de la señal de las antenas francesas en nuestros teléfonos móviles. En el caso de Hondarribia, hay una gran antena al otro lado del río Bidasoa, justo en frente de Miramar y el colegio Ama Guadalupekoa, que barre todas las señales de este lado de la muga, y a muchas personas, su teléfono les selecciona un operador francés como el que tiene mejor señal. Esto supone entrar en tarifas de itinerancia o roaming, mucho más caras que los paquetes de voz y datos habituales, y algunas personas están teniendo sustos a final de mes. Además, en zonas como el faro de Higer, ha habido una alarmante pérdida de la potencia de red de operadores como Movistar, que era la única alternativa para muchos.

Hasta ahora, se limitan a echar balones fuera. Aconsejan a sus clientes que configuren el teléfono para que la selección de operador sea manual y no automática. Pero incluso dejándola en manual, el problema es que en zonas como el faro y otros lugares de Hondarribia y de Irun, la única señal de red disponible es la francesa y no hay rastro de la española. No es de recibo que la solución a una dejadez en la prestación del servicio de telefonía móvil sea pedirle a la gente que evite, de forma manual, la captación de la señal en itinerancia. Para muchos, no es ni solución, porque el problema es que estando a este lado de la muga, no tienen su red local y sí la de otro país. Y curiosamente, en Hendaia, hay gente que utiliza perfectamente los móviles españoles, porque la señal sí les llega a ese lado del Bidasoa.

Los seguros son algo muy farragoso para todos, y solemos acordarnos de ellos cuando ocurren las desgracias. Además, con la crisis, las compañías se hacen las remolonas a la hora de asumir responsabilidades. Me viene a la cabeza lo que ha ocurrido en Trintxerpe, donde hay propietarios y también gente que estaba en alquiler. A todo inquilino le recomendaría suscribir un seguro de contenido y responsabilidad civil. Solo por los aparatos electrónicos que tenemos, compensa.