Irun. Quien venga a Irun quizá se sorprenda, pero los irundarras hace ya un tiempo que se han acostumbrado (o los han acostumbrado, sí o sí, obligados por la norma) a conducir a una velocidad máxima de 30 kilómetros por hora en la principales vías de circulación de la ciudad.
Pero del mes de agosto para acá, y coincidiendo con el segundo aniversario de la instauración de la medida en zonas como el paseo Colón, avenida de Gipuzkoa o calle Hondarribia, la limitación ha pasado a ser norma general en toda la ciudad, y no una excepción.
La reducción con carácter general del límite de velocidad urbanode los 50 a los 30 kilómetros por hora obedece, siempre según lo expresado por el Ayuntamiento de Irun, a un objetivo de "calmar el tráfico, permitiendo así la circulación en bicicleta por la calzada, y al mismo tiempo, una mejora de la seguridad de todos y del medioambiente, reduciendo las emisiones".
Todos estos objetivos figuran en el PMUS (Plan de Movilidad Urbana Sostenible) de Irun, que contempla medidas no solo de tráfico sino de mejora del transporte público o peatonalización de algunas zonas, para facilitar los recorridos a pie por la ciudad. Medidas como esta limitación de la velocidad a 30 por hora han sido debatidas y analizadas en el seno de la Mesa de Movilidad de Irun, integrada por ediles, técnicos y agentes sociales y económicos de la ciudad. ¿Pero qué opinan los ciudadanos y colectivos sobre la extensión del límite de 30 con carácter general a toda la ciudad?
PARTICULARES Y PROFESIONALES
Bastante bien acogida. Ciudadanos particulares como María del Carmen Amorós, de 48 años de edad, piensan que "está bien limitar la velocidad a 30 por hora en las zonas céntricas de la ciudad; no hay mucha diferencia a la hora de conducir, una no se va a retrasar tanto en llegar donde sea, pero sí ganamos todos en seguridad, tanto los que van en bici como quien vaya por la calle con niños pequeños, por ejemplo".
"Creo que la gente ha tomado conciencia sobre esta medida y se nota que se circula a una velocidad más suave", afirma esta mujer.
También algunos colectivos profesionales son especialmente sensibles a la velocidad en la que se puede circular en coche o en cualquier otro vehículo a motor. Es el caso de los repartidores y mensajeros, o el del transporte público. Rosa Brea, conductora del servicio de autobús urbano Irunbus, señala que para su colectivo "el paso a circular a 30 por hora en casi toda la ciudad no ha supuesto apenas diferencia alguna".
"Tenemos nuestras frecuencias y horarios a cumplir, pero la norma es la norma y hay que acatarla, o sea que si llegamos tarde, pues llegamos tarde. De todas formas, la realidad es que a veces ni se puede ir a 30 por hora, por el tráfico. Donde sí una nota que igual se debería poder ir algo más rápido en el tramo de la avenida Elizatxo, desde La Salle al alto de Arretxe. El resto, tanto como conductora de autobús como a título particular, me parece bien", señala Rosa Brea, de 45 años de edad.
En la parada de la plaza Genaro Etxeandia, dos taxistas irundarras, que prefieren no dar sus nombres, son más críticos con la obligación de ir a 30 por hora en toda la ciudad y con carácter general. "Hay ciudades grandes en las que el coche va por la calzada, la bici por su carril bici y el peatón por la acera, que es lo suyo; lo que se ha hecho aquí, especialmente en casos como el del paseo Colón , es poner un parche a lo que en su día se diseñó mal", afirmaban.
Y uno de ellos añadía: "También hay un problema de civismo, especialmente a la hora de que ciclistas y peatones puedan compartir la circulación por las aceras. Si la gente fuera en bici a la velocidad del peatón, tal como manda la norma...", decía uno de los taxistas, aunque reconocía que "eso igual tampoco es la solución para quien se quiere desplazar en bici".
