Los miembros del Consejo Escolar que se acercaron para acompañar la visita de José Antonio Santano a la obra del vial quisieron aprovechar la ocasión para advertir al alcalde de los problemas derivados del paso de peatones en la calle Andrearriaga, que no está integrado en la actuación actual, «pero si hablamos de seguridad, esto es importante».

Fue Diego Mayoral quien explicó que en ese paso «se retiraron los reductores que había y se pusieron unos 'cojines'», esos nuevos resaltos que proliferan en las calles de Irun, rojos, cuadrados y en mitad de un carril. «Lo que hacen los coches en el 80% de los casos es esquivarlo, dibujar una 'ese' y no aminorar. Se ha convertido en un cruce peligroso». Reclamaba un semáforo y llevó al alcalde y al resto de delegados y técnicos municipales presentes a verlo in situ. Pudieron comprobar de primera mano cómo algunos coches hacían la maniobra denunciada y el alcalde se comprometió a «colocar pivotes de plástico entre los dos carriles para que no se pueda hacer eso».

El colegio público Elatzeta, en el barrio de Ventas, cuenta ya con el nuevo edificio que el Gobierno Vasco ha construido para dar cabida a los alumnos de Infantil. Actualmente, esos cursos se reparten entre el 'champiñón' anexo al principal edificio del centro y la llamada 'escuela de la República', otro inmueble en el mismo entorno. Pero como explicaba ayer el director de Elatzeta, Toño Sarasa, «estas instalaciones se han quedado muy obsoletas». Terminada la obra del edificio, «aún hay que equiparlo». Podría estar preparado para Semana Santa. «No hay una decisión en firme, tenemos que hablarlo aún con toda la comunidad educativa, pero», avanzaba Sarasa, «parece que pueda ser mejor esperar al curso próximo para estrenarlo que trasladar a los críos sólo para un mes o mes y medio». Será el tercer nuevo centro en tres años en la ciudad tras Eguzkitza y Toki Alai, y con él en marcha, «600 niños de Irun habrán estrenado colegio» en este plazo, señaló el alcalde, José Antonio Santano.

Sea en abril o sea en septiembre, cuando se abran las puertas de esta ampliación de Elatzeta «el nuevo vial, que era la parte que le correspondía al Ayuntamiento, estará terminado y en funcionamiento», apuntó el primer edil, que se acercó ayer a ver la marcha de las obras. La previsión apunta al mes de febrero.

El nuevo vial es, en realidad, la urbanización de Errota kalea, una calle que desde Andrearriaga, se acerca por el norte al colegio y sale, en paralelo a las instalaciones deportivas del barrio, a la calle Harmugarrieta. Era una calle sin aceras, sin apenas urbanización, en la que los coches aparcaban sobre la tierra, bajo los árboles.

La actuación municipal va a transformar la fisonomía de esta calle de arriba abajo. Si ha de ser el principal acceso al nuevo edificio educativo, Errota kalea necesita unas aceras acordes que se han definido en el proyecto en anchura considerable y a ambos lados. Algo que también beneficiará a los vecinos de las viviendas de esta calle. «El tráfico estará limitado a 20 por hora», apuntó cristina Laborda, delegada de Obras. El responsable técnico del área, Pedro Lapazarán, completó la información añadiendo que «carretera y aceras irán a la misma altura, incidiendo en el carácter principalmente peatonal».

Los desordenados aparcamientos de antaño se redefinen en dos zonas de estacionamiento en línea que aportan criterio pero reducen significativamente el número. «Lo que nosotros quisiéramos es que se limitara el aparcamiento para que no se llene todo el día de coches que dejan los que vienen a primera hora a coger el tren», explicó Diego Mayoral, representante del Consejo Escolar que se acercó ayer a la visita del alcalde como hicieron también representantes del colegio y de la Asociación de Madres y Padres de Alumnos. Aunque los técnicos municipales no veían clara la solución, Mayoral insistió: «Si una señal prohibiera el aparcamiento entre las ocho y las nueve, por decir algo, la gente no podría dejar el coche todo el día ahí y serviría para que los padres llegaran, dejaran al niño y se fueran». El alcalde asumió que «hay que darle una vuelta para ver qué podemos hacer».

Lo que sí valoraron positivamente ayer tanto Mayoral como Sarasa es que «el vial va a quedar mucho mejor de lo que estaba y con un único sentido de circulación, el tráfico va a estar más ordenado. Gracias a eso, a las aceras, a la limitación a 20 por hora, va a ser un punto de entrada muy seguro para los alumnos del colegio».