Jabier Muguruza presentará su nuevo disco en una mini gira que arrancó en Bilbao y le llevará también a Barcelona. Al veterano cantautor le acompañarán Mikel Azpiroz (piano), Jean Marie Ecay (guitarra eléctrica), Fernando Neira (bajo eléctrico) y Karlos Arancegui (batería). “El disco es un gesto de cariño a Iñaki”, explica Muguruza. Este viernes recala en Donostia (Lugaritz, 19:30 horas).

Ha regresado a crear para el mundo adulto.

Y no veas, estoy con los nervios del principiante, como empezando.

En ‘Boza barruan’, su debut, hace 30 años, cantaba ‘itzuliko naiz’. Y vuelve 5 años después.

Tienes razón, han pasado 30 años de aquello. Esa canción era una promesa inclumplida a un joven que espera en la ventana; y sigue haciéndolo de adulto. Pero este regreso no tiene nada que ver con esa cifra redonda, sino con el deseo de hacer un gesto de cariño y homenaje a Iñaki Irazu.

¿Vuelve al mundo creativo adulto para quedarse?

No, es un regreso puntual con este disco, limitado a su publicación y a dar tres conciertos. Es volver, pero no del todo.

¿Por qué?

Uno se da cuenta, de forma muy clara, de que tiene un porrón de canciones de un poeta concreto, hasta 32, musicadas con los poemas de Iñaki. La reflexión es que hay algo potente ahí para llevarlos al repertorio.

Me refería a su dedicación al mundo creativo infantil en los últimos años.

En la vida hay etapas y, en mi caso, superar los 60 años, unido a otras circunstancias como la marcha de mi hermano Iñigo, una enfermedad posterior, haber sido aitona y la pandemia, me hizo pensar que podía iniciar una etapa diferente aunque siempre ligada a la música y la literatura. Estar como lejos de esa lucha diaria que me quita mucha energía. La furgoneta, la promoción… me tenía cansado. No voy a llorar, pero hubo una conjunción de elementos que hicieron que me planteara centrarme en lo infantil, algo que, como sabes, siempre ha estado ahí. Ahora lo hago prácticamente en exclusiva.

Ser aitona quizás acerca al ser humano a nuestra niñez.

Pues también puede tener que ver. Ese 6 de los 60 años que me dijo una escritora conocida, nos da un viaje bastante serio. A la cifra se une la velocidad del paso del tiempo, que es brutal, y puede hacerte entrar en un periodo más reflexivo y provocar una especie de balance o mirada atrás. Y ahí entra la infancia también, que nos marca mucho.

Esa ‘voz interior’, la de Iñaki, late en toda su discografía.

Se puede plantear así o como una mirada especial de él. Es un poeta muy personal, en los textos que he musicado se refleja esa voz y mirada propia. Y lo hace con el mundo emocional, ese humor especial que roza el absurdo, el planteamiento alrededor de los miedos, su casi surrealismo en algunos casos… Es un mundo que me parece muy rico y que me llega mucho. En Mutiko arrotzaren kanta, por ejemplo, habla de un niño que está solo en casa y su madre está bebiendo por los bares. Hasta que no oye el sonido de la puerta a su regreso no logra dormir. Esa relación con la infancia me parece de una gran fuerza y capacidad de sugerencia.

Y es capaz de lograr transmitir emociones –miedo, mentiras, ausencia, amor, desamparo, violencia...– con palabras muy sencillas.

Sí, pero es cierto que él usa otro registro más allá de estos poemas, que son más cercanos y coloquiales. Es muy accesible, incluso para gente que no esté muy centrado en el mundo de la poesía.

¿Le ha costado elegir entre los 32 poemas y quedarse con 11?

Habría que decir que me ha pasado muchos más que 32 en estos 30 años. Ya había una selección previa, por lo tanto, y luego llegó otra, también difícil. Tuve en cuenta las características musicales, que hubiera diferentes tonos o color, que no fuera monótono en estilos... y luego elegí según la temática de las letras. Y también que me tocaran a mí dentro.

Recupera ‘Euskadi jende gutxi’.

Tiene un punto provocativo y humorístico, y es anterior a mi carrera en solitario. La publiqué con Les Mecaniciens y a alguna gente no le gustó mucho porque aquí, cuando se tocan las cosas de la patria, falta flexibilidad. Y esa letra sigue de actualidad, por eso la he mantenido tras 32 años. Solo molestará a quien tiene una rigidez terrible.

Ha huido de la mera recopilación y ha vuelto a regrabar estas 11 canciones. ¿Buscaba una unidad sonora o de tono?

En 2019 grabé Geltokiak gizarretara, un encargo de versiones de la canción de autor vasca de la que me quedé muy a gusto, así que quise repetir el formato y darle esa unidad que comentas. Son canciones que estaban grabadas a lo largo de tres décadas con instrumentación y arreglistas diferentes, y que ahora le da unidad esa pedazo de banda que toca en el disco.

Azpiroz sigue con usted, pero resulta fundamental en el disco la labor de Ecay, exItoiz y King Mafrundi, guitarrista adaptable al pop, la canción de autor, el reggae y el jazz.

Es curiosa esta vida. En Geltokiak gizarretara le fichamos aunque estaba ya tocando con la mejor gente internacional del jazz, lo que trajo la posibilidad de la amistad y la colaboración posterior en mis trabajos infantiles. Él está a gusto e integrado, y nosotros, encantados porque aporta mucho y ofrece una visión muy rica de los ambientes. Es un músico excepcional.

¿En los conciertos está la banda que grabó el álbum?

Solo son tres conciertos. Y están llamando a la puerta en mi pueblo, en Irun. Son pocos porque no estoy con ganas de furgoneta y promoción despiadada. Me gustaba más este mundo de la canción de autor hace 20 años que ahora, y lo digo con todo el respeto hacia mis compañeros. Hay una forma de estar ahí en este momento y conlleva todo eso. Si no estás ahí, vas a tocar para muy poca gente.