La convocatoria de la Mesa de Movilidad ha dejado clara una cosa: existen alternativas reales a la reorganización del servicio de autobús urbano que ha propuesto el Gobierno municipal. A este le toca recogerlas y trabajarlas para, de entre lo suyo y lo del resto, acabar dibujando unos trazados que acumulen consensos o, al menos, una mayoría suficiente.
No es pequeño el reto de la delegada de Movilidad, Cristina Laborda, que ayer admitía que en la reunión de la Mesa de Movilidad «se escucharon diversas opiniones, algunas de ellas contradictorias». No obstante, destacó su «satisfacción por el desarrollo de la sesión» y avanzó que «probablemente tendrá lugar una nueva sesión de la Mesa de Movilidad» para «llegar al máximo acuerdo posible». En la siguiente, como en esta, estarán todos los partidos políticos con representación municipal y representantes forales de Movilidad, las AAVV, el Foro Ciudadano, asociaciones ecologistas, de discapacitados, de taxistas... Toda una representación de la sociedad civil organizada.
Más satisfechos aún que la delegada parecen los grupos de la oposición tras la reunión. Según el portavoz del PNV, Xabier Iridoy, «vamos a tener una mejor solución para las líneas de autobús que la que el Gobierno llevó al Pleno del 25 de enero». Oinatz Mitxelena, portavoz de Bildu, hablaba de «ejercicio de democracia directa», por el que felicitaba a todos los presentes en el encuentro. Y en términos similares, el edil del PP Santiago Reyes, se refirió a la reunión como «ejercicio ejemplar de participación ciudadana»; mientras el portavoz de EB, Manuel Millán, destacaba el «debate largo, rico e intenso» con «diversas y variadas propuestas».
Por qué tan tarde
Si tan positivo resulta este debate, ¿por qué solo ha sido posible tras llevar la propuesta gubernamental al Pleno y que quedara sobre la mesa? El alcalde, José Antonio Santano, debe tomar nota. La política necesita un cambio de rumbo, la sociedad lo está demandando y, aunque él va dando pasos en ese sentido, hay que saber ver y aprovechar las oportunidades de favorecer e impulsar verdadera participación. Además, en en el caso concreto de Irun, Santano tiene la necesidad de reunir apoyos para poder gestionar. El debate abierto y el consenso social son un buen punto de partida hacia el acuerdo político.
En la misma línea, no deja de ser preocupante que la oposición solo haya sabido mover ficha tras la debacle plenaria de la propuesta del Gobierno. El PNV vio ayer una de sus propuestas incorporada al borrador que llevó el Gobierno: el microbús no transcurrirá por Dolores Salís sino por Vega de Eguzkiza. También se abrió un debate profundo en torno a su idea de habilitar el paso de los autobuses por la plaza de San Juan. Si el PSE hubiera obtenido el apoyo de Bildu o del PP en aquel Pleno del 25 de enero, esas propuestas no habrían llegado siquiera a hacerse. Lo mismo cabe aplicar al resto de los grupos.
Bien está lo que bien acaba, aunque parece que a la reordenación de los autobuses urbanos le quedan unos pasos más hasta de llegar a buen fin. Todos los grupos, incluido el del Gobierno, van a analizar lo mucho que dieron de sí 3 horas de Mesa de Movilidad para que la siguiente cita sea la definitiva. «El consenso lleva su tiempo», afirmaba ayer Santiago Reyes. Tiene toda la razón, por eso, y porque mientras lo alcanzan ni se ahorra ni se mejora el servicio, debieron haber empezado a buscarlo antes.