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Recorrido y horarios de la segunda etapa de la Itzulia: Irun-Kanbo PDF fitxategia Inprimatu E-posta
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Noticia publicada en Diario Noticias de Gipuzkoa, el lunes día 1 de Abril de 2024-

Recorrido y horarios de la segunda etapa de la Itzulia: Irun-Kanbo

Perfil de la segunda etapa de la Itzulia.

Perfil de la segunda etapa de la Itzulia.

La Itzulia 2024 celebra este martes su segunda etapa, entre Irun y Kanbo. Consulta a continuación el recorrido y los horarios de la jornada.

 
[A rueda] "De Flandes a Irun", por Miguel Usabiaga PDF fitxategia Inprimatu E-posta
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[A rueda] "De Flandes a Irun", por Miguel Usabiaga

Primoz Roglic logró el mejor tiempo en el estreno de la Itzulia.

Primoz Roglic logró el mejor tiempo en el estreno de la Itzulia. JUAN HERRERO

Van der Poel cumplió el pronóstico y venció con autoridad en el Tour de Flandes, De Ronde, con una exhibición. Es su tercera victoria en esta prueba, con la que iguala en el palmarés a otros grandes corredores, como Fiorenzo Magni, Johan Museeuw, Tom Boonen, o Fabián Cancellara. Su triunfo se vio facilitado por la ausencia de los únicos contrincantes que podían disputarle la victoria: Van Aert, maltrecho y herido tras su caída unos días antes en la prueba A través de Flandes, carrera que prepara el ambiente para la prueba estrella flamenca; y Pogacar, vencedor en 2023, porque ha decidido reservar fuerzas para el doblete Giro-Tour que se propone. Aunque lo de guardar fuerzas es un arma de doble filo; basta la mala fortuna para que el gran objetivo seleccionado se pierda y eche abajo todo el plan. Lo que le ha pasado a Van Aert, que renunció a la Milán-San Remo para estar más fuerte en Flandes, y la caída aborta sus grandes objetivos del año: Tour de Flandes y Paris-Roubaix.

Las colinas adoquinadas del Flandes sudoriental son las que dan prestigio a esta carrera. Una zona que a veces es denominada la de las Ardenas flamencas, un nombre que conduce a equívocos. Las verdaderas Ardenas son las valonas y no están al lado; las valonas son las montañas más altas de Bélgica y llegan a tener hasta 700 metros de altitud, mientras que las colinas flamencas no sobrepasan los 150 metros. Las llaman así para engordar su importancia, porque son las únicas montañas de Flandes. Son subidas cortas, rara vez tienen más de dos kilómetros, con la pendiente por debajo del 10 %, aunque en algún tramo lleguen hasta el 15 %. No son subidas enormes, pero la sucesión de unas y otras y, sobre todo, el adoquinado, las hacen muy duras. No son para escaladores, como las colinas de Valonia, sino para ciclistas que muevan grandes desarrollos, corredores de gran potencia. Sorprendió en la prueba del domingo la escena en la que la mayoría de los corredores, salvo Van der Poel y alguna excepción más, tenían que echar pie a tierra en el Koppenberg, donde Van der Poel cimentó su ataque, y subirlo andando, mientras él volaba. Aquí hizo valer tanto su potencia como su pericia adquirida en el ciclocross, para, sin cambiar la trayectoria de la rueda, conseguir la tracción suficiente sobre los adoquines empapados de agua y barro, avanzando sin bajarse de la bici. Era una imagen del pasado. Ahora, con los desarrollos tan ligeros que se pueden poner en las bicicletas, los equipos debían haber previsto esa circunstancia y montarlos ante la persistente lluvia, lo que constituyó un grave error. El pavés es una característica de la región, que la diferencia también de las colinas valonas, una seña de identidad que ha preservado, protegiéndolas por ley del asfaltado. Así ha conservado su memoria y, a la vez, ha acertado con su estrategia hacia el turismo, que acude en gran número para conocer aquellas rutas intactas de la historia del ciclismo.

El Tour de Flandes ha mantenido, desde su primera edición de 1913, organizada por el diario flamenco Sportwereld, su esencia, atravesando las famosas colinas, los berg, el Paterberg, el Koppenberg, el Kluisberg, el Taiaenberg, el Molenberg, el Bobsberg, el Kapelmuur, el Oud Kwaremont, y tantas otras, hasta la veintena de cotas que se pasan en la prueba; aunque ha ido cambiando su lugar de salida, Gante, Brujas, Amberes; y el de la meta, actualmente en Oudenaarde, pero que durante muchos años, desde 1973 hasta 2012, se situaba en Ninove. El recuerdo de la ciudad belga de Ninove, hoy en Irun, me lanza al pasado. Son esas correspondencias que se establecen entre los sitios, y con la historia, que hacen también al ciclismo un vehículo de cultura y enriquecimiento, al recordarnos los acontecimientos del pasado, y mostrarnos donde éstos sucedieron.

Ninove

La Itzulia, que ha arrancado en Irun, promete ser espectacular, presenta un recorrido duro, pero no exagerado, apto para el combate y para la estrategia, y con tres de los mejores corredores actuales para vueltas por etapas en liza, Evenepoel, Roglic y Vingegaard. De momento, Primoz Roglic ha tomado una ligera ventaja en la crono. Con el recuerdo de la carrera de Flandes aún en la retina, y viendo cómo volaba en la contrarreloj ese gran ciclista que es Evenepoel, que, a pesar de haberse caído en una curva sólo perdió once segundos con Roglic, y superó incluso a Vingegaard; me acordé de unos compatriotas del corredor, a los que quiero rendir un homenaje: aquellos belgas que llegaron a Irun a primeros de agosto de 1936 para ayudar a la República. Particularmente a uno de ellos, a René Pasque, que falleció en combate en Irun el 3 de septiembre. Su compañero Louis Boulanger lo vio caer a su lado, e informó al jefe del grupo belga, Georges Vereecken, de la muerte de su amigo de la siguiente manera: “René Pasque ha muerto en el frente y ha sido enterrado en el mismo sitio por un obús. Informe a su madre, en Ninove, con dulzura. Ella creía que su hijo se encontraba en Francia”. Ninove, la misma ciudad donde terminaba el Tour de Flandes.

 
Roglic se enciende en la Itzulia PDF fitxategia Inprimatu E-posta
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Noticia publicada en Diario Noticias de Gipuzkoa, el lunes día 1 de Abril de 2024.

Roglic se enciende en la Itzulia

El esloveno, campeón de la carrera en 2018 y 2021, recupera su mejor versión en la crono de Irun y lidera la carrera por delante de Vine, Skjelmose, Evenepoel, Vingegaard, Ayuso, Ion Izagirre y Pello Bilbao, todos ellos en 25 segundos



Primoz Roglic, espectacular en Irun. EFE

Un traqueteo, el piso de piedra, una alfombra de adoquines en el corazón de Irun, daba la bienvenida con un sopapo de realidad al reloj de la Itzulia, que fijó a Primoz Roglic en el trono. Es el primer líder. Se pintó de amarillo el esloveno, campeón en 2018 y 2021.

Casa bien Roglic con la carrera vasca. Comparten el mismo idioma. Se entrelazan de maravilla. Le sienta bien. Posó en la orla con el orgullo del que se sabe de vuelta de la tempestad y el frío que le retrataron en la París-Niza.

En la Carrera del Sol, Roglic fue sombra. Irreconocible en la oscuridad, preso del mal tiempo que le vapuleó el organismo. El Caballero de la mano en el pecho de El Greco. Se camufló en el anonimato Roglic. Lejos de sí mismo.

En el ciclismo en el que las estrellas solo parecen cumplir cuando ganan, donde todo lo que no sea la conquista son diván y dudas, la incertidumbre y el misterio perseguían a Roglic, de mudanza este curso.

Los comienzos nunca son sencillos. Muchas cajas que desembalar, recuerdos que gestionar y nostalgia con la que vivir en su nueva casa, el Bora, después de los maravilloso años en el Jumbo.

 

 


 

El esloveno, que se sintió extraño en la París-Niza, se destapó con una crono sideral en Irun a pesar de que confundió el camino en el desenlace. Ni eso le derrotó. En la bocana de meta, el esloveno tomó una salida equivocada a la derecha y para cuando cayó en la cuenta, giró y regresó al esprint, perdió unos 8 segundos. Su marca: 12:34. Registró una media de 47,745 kilómetros por hora. Inalcanzable.

Sumó su 81ª victoria. La quinta victoria en una crono de la Itzulia. Eibar 2017, Lodosa 2018, Bilbao 2021, Hondarribia 2022 e Irun. Otra vez líder. Roglic dio la hora exacta.

Roglic, primer líder de la Itzulia EFE

Victoria a pesar del equívoco

Incluso con la penitencia del incidente en la procesión de la crono, sometió a Jay Vine, el muchacho que agarró el profesionalismo desde el rodillo y amenazó al esloveno. Siete segundos les separaron.

Roglic también pudo con Skjelmose por una decena de segundos. El otro gran danés. Evenepoel, señalado con el neón rojo del favoritismo en su especialidad, tuvo que plegarse ante Roglic, que se reconoció ante el espejo. No así el belga. Se le rompió el reflejo en las calles de Irun. Perdió 11 segundos.

Evenepoel rueda por el tramo adoquinado atestado de aficionados. NAIKEREO / ITZULIA

El campeón del mundo contra el reloj resbaló en una curva. El arcoíris rodó por el suelo en el segundo giro de la crono. Las curvas siempre acechan. En esa caída lijó el cuerpo y se le esfumó la concentración. Se le escapó la victoria.

Ni la rabia con la que atacó después el recorrido le alcanzó para morder al esloveno. Vingegaard, el campeón en curso, se manejó de maravilla, sin apuntes en la página de sucesos. El danés otea el horizonte de Eibar e imagina las montañas una vez descontado el pasaje por el túnel del tiempo.

Vingegaard se deja 15 segundos

Mejoró su puesta en escena de la Tirreno-Adriático, en aquella crono donde fue noticia por su casco. Cuando la carrera creció a las alturas, Vingegaard no tuvo piedad. Ese es su plan en la Itzulia. El danés se dejó 15 segundos.

Juan Ayuso, el muchacho que voló en la crono de la carrera de los Dos Mares, concedió un chasquido más que Vingegaard. Ion Izagirre, visceral, mostró el colmillo y se quedó a 21 segundos de Roglic.

Jonas Vingegaard completó una buena crono. EFE

Pello Bilbao, que recalentó el motor en el repecho de piedras, entregó 25 segundos tras un buen desenlace. Los favoritos se apretaron en el juicio de las manecillas. El engranaje de la Itzulia nace en un puño.

No conviene subestimar a Roglic, un campeón capaz de reponerse de una de las derrotas más duras que se recuerdan en el Tour. En 2020, en La Planche de Belles Filles, en lo que de estimaba su ceremonia de coronación, le sepultó el irreverente Pogacar, un ciclista de época.

También lo es Roglic, que demostró un coraje, determinación y dignidad extraordinarias para reponerse de aquel trauma sin agarrarse a coartadas y excusas.

Carácter de campeón

La capacidad de los más grandes no se mide por cuántas veces caen en la lona, sino por la entereza que demuestran para regresar de los infiernos. Roglic, excelso competidor, se recompuso de todo aquello. Tres coronas de la Vuelta, una del Giro y un palmarés extraordinario le acreditan. En la Itzulia, ungido por el orgullo, se exhibió.

La crono, abrigada por la afición entusiasta, bajo el sol de mechas rubias y melena al viento, las ráfagas empujaban caprichosas, exigía un arrebato. El rodillo que hace sudar y aísla la mente elevó la temperatura, encendida con la música que activa el cuerpo.

Los cascos inalámbricos, los auriculares de botón, ponían la música sobre los favoritos, en busca del éxito. La Marcha Radetzky o la música de Wagner y la Cabalgata de las valkirias emparentan con ese sentimiento. En los tiempos modernos los sonidos son otros, pero el estímulo musical provoca sensaciones similares.

Apagada la música, asomaron los cascos, algunos extravagantes, como el de Vingegaard. Otros polémicos. El que aún podían lucir Roglic y Evenepoel porque la prohibición de la UCI comienza este martes. El yelmo de los ciclistas modernos en sus corceles de carbono dio cuerda al reloj de la Itzulia.

Los favoritos, apelotonados

La contrarreloj, apenas 10 kilómetros, arañaba las piernas en la cintura, sacaba la tripa con la subida al alto de Olaberria, una cota de 1,7 kilómetros, un pendiente media del 5,2% y alguna rampa al 8%. Ese relieve marcó la bisagra de la crono.

Por la cresta, elevó el mentón Roglic, excepcional el esloveno, en su versión más fotogénica. Estableció la mejor marca entre los favoritos, apelmazados en un escueto arco temporal para aprovechar la ventana del buen tiempo.

En un modalidad en la que cada centímetro cuenta, en la que se miden los calcetines, los buzos se patronean al milímetro como una segunda piel, donde los cascos reproducen diseños radicales para que el viento resbale mejor, la bici es extrema, y cada detalle es importante, nadie tomó riesgos con el parte meteorológico.

Solo Ion Izagirre se expuso al contraste. No le afectó. Las condiciones meteorológicas se mantuvieron inalterables entre los favoritos. Más tarde llovió y repiqueteó el granizo. Roglic, sentado, vio pasar el tiempo. Para el esloveno lució el sol. Roglic se enciende en la Itzulia.


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La bicicleta y el ciclismo en el arte PDF fitxategia Inprimatu E-posta
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Igandea, 2024(e)ko martxoa(r)en 31-(e)an 16:38etan
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Noticia publicada en Diario Noticias de Gipuzkoa, el domingo día 31 de Marzo de 2024.

La bicicleta y el ciclismo en el arte

Presentación de la Itzulia 2024.

Presentación de la Itzulia 2024. ITZULIA BASQUE COUNTRY

Con motivo del inicio de Itzulia 2024 en Irun, evidente acontecimiento ciclista de enorme arraigo en Euskal Herria, parece oportuno considerar, muy resumida, otra visión de la bicicleta y consecuentemente del ciclismo en sus aspectos históricos, técnicos, sociales, artísticos en definitiva como una referencia cultural escasamente tratada.

El origen de la bicicleta, está en un mecanismo de dos ruedas enfiladas cuya invención y primer recorrido el 17 de junio de 1817 entre las localidades alemanas de Mannheim y Schwetzingen, poco más de 15 km en cerca de una hora se atribuye a Karl Freiherr von Drais con un pesado ingenio de madera con dos anchas ruedas enfiladas, sin pedales denominado Laufmachine (máquina andante) y conocido como Draisienne, que avanzaba con el impulso de los pies en el suelo, como las criaturas aprenden a montar en bicicleta.

La rudimentaria máquina inicial fue evolucionando con la incorporación de pedales de metal pero su gran difusión se alcanzó en la Exposition Universelle d’Art et d’Industrie de 1867 en París. Posteriormente se incorporaron la propulsión por cadena en la rueda trasera, frenos y ruedas de goma con cámara de aire y otras mejoras y materiales para una cómoda ergonometría hasta llegar a la bicicleta actual en todas sus versiones, de paseo o de competición.

Con el paso del tiempo, su amplio éxito popular como medio de locomoción y como artículo deportivo tan novedoso atrajo el interés de los grandes artistas, desde los músicos a los pintores, escultores, fotógrafos y diseñadores gráficos e industriales creando obras de enorme interés a partir de mediados del siglo XIX hasta la actualidad en las más diversas expresiones artísticas.

En una selección de autores y cuadros más conocidos y trascendentes citamos: Henri Toulouse-Lautrec (1864-1901) muy aficionado a la bicicleta que pinta, Bruant à Bicyclette (1892) referido a Aristide Bruant popular cantautor y La Chaîne Simpson (1896), relativo a la famosa cadena de la bicicleta.

En la misma época Ramón Casas (1866-1932), célebre por sus retratos de la élites burguesas sociales, intelectuales, económicas y políticas y gran diseñador gráfico como cartelista en el Modernisme, crea dos bellísimos cuadros de carácter romántico: El descanso de los ciclistas (1896), Ramon Casas y Pere Romeu en un tándem (1897). Las bicicletas, reconocibles, eran de la acreditada marca francesa Cycles Gladiator.

El futurismo fue un movimiento de vanguardia inicialmente literario y predominantemente italiano, surgido en Milán mediante el cual el poeta Filippo Tommaso Marinetti (1876-1944) expone sus fundamentos en ‘Il Manifesto del Futurismo’ el 20 de febrero de 1909 en el diario Le Fígaro. Su principios son contundentes, en el primer punto destaca: “I. Queremos cantar el amor al peligro, a la fuerza y a la temeridad”, y en otros, “Declaramos que el esplendor del mundo se ha enriquecido de una belleza nueva: la belleza de la velocidad”…”No hay belleza más que en la lucha”. Posteriormente, se expusieron otros diversos manifiestos, en la pintura, la escultura, la arquitectura y la música. Expresan su voluntad de olvidar las clásicas pautas del pasado introducidas por la burguesía.

Sus obras pictóricas se caracterizan por la intensidad del color y las formas geométricas en su figuración del movimiento y la velocidad, representando los objetos sucesivamente, pintándolos en varias posiciones superponiéndolos a modo de mancha multicolor, de abstracción. En un fragmento del manifiesto se proclama: ”Los objetos en movimiento se multiplican y se distorsionan como vibraciones a través del espacio”.

De algún modo los significados que supone la implantación social de la bicicleta por su éxito y difusión popular como medio de locomoción y ocio y de los ciclistas campeones compitiendo, coincidían totalmente con los principios de los futuristas, por lo que inspiraron a pintores y poetas que vieron su actividad física, pasión y fatiga como parte integral de la vida humana destinada a transmitir energías vitales y creativas.

Los artistas exponentes de este estilo se caracterizaron por una ideología e interés por la dinámica, la mecánica y como consecuencia, el movimiento y la velocidad de los vehículos, particularmente por la bicicleta, que motivaron obras maestras muy reconocidas y representativas del Futurismo, entre ellas: Dinamismo di un ciclista”(1913) de Umberto Boccioni (1882-1960), una exaltación del movimiento y la fusión dinámica del color, Ciclista (1914) de Gerardo Dottori(1884-1977) Il ciclista (1916) de Mario Sironi (1885-1961) y Ciclisti de (1922) de Fortunato Depero (1892-1960). Fuera de Italia destaca la obra de la polifacética artista rusa Natalia Goncharova (1881-1962) con su impactante obra de 1913, Velosipedist (ciclista).

En el arte vasco tiene su expresión en estilo costumbrista mediante Jose Arrue (1885-1977) con dos obras, relativas a aldeanos en bicicleta difundidas mediante postales de la colección ‘Escenas Vascas’ y una publicitaria, de las bicicletas Fidelia Lapize entorno a 1920. Asimismo, es notable el cartel de la bicicleta Orbea del artista Aníbal Tejada (1897-1970) editado por Laborde y Labayen de Tolosa en 1932.

En época moderna surge la creatividad de Marcel Duchamp (1887-1968) con su obra Roue de bicyclette, creada en 1913, perdida y reconstruida en 1964, calificada como Ready-made, un objeto extraído de su contexto original, con una rueda sobre un taburete y que constituye la primera obra artística cinética.

La fascinación que ejerció la bicicleta en el futurismo, tiene una semejanza con el gran atractivo que ofrece como un juguete en la infancia y poco después con la satisfacción que muestran las criaturas en su iniciático movimiento andante. Una felicidad rodante. Arquitecto

 
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