'Identidad borrada' se proyecta en el Amaia con un coloquio moderado por Sarah Spatz

El Centro Cultural Amaia acogerá el próximo viernes, día 15, a las siete de la tarde, la proyección de la película 'Identidad borrada', a la que seguirá un coloquio dinamizado por la activista transgénero Sarah Spatz. La actividad ha sido organizada por la asociación Gehitu, con motivo del Día Internacional de la Tolerancia y tendrá lugar en la sala de conferencias, con entrada libre hasta completar el aforo.

'Identidad borrada' es un largometraje estadounidense, dirigido por Joel Edgerton y protagonizado por Lucas Edger, Nicole Kidman y Russell Crowe, que se inspira en el libro autobiográfico de Garrard Conley. Estrenada en noviembre de 2018, la cinta cuenta la historia de un joven homosexual (Lucas Edger), hijo de un estricto predicador baptista (Russell Crowe), que es obligado a asistir a las sesiones de 'Love in action', una especie de terapia de conversión para 'curar' la homosexualidad. A pesar de estar sometido a una enorme presión, gracias a su propia fuerza y al apoyo de su madre (Nicole Kidman), el joven logró sobrevivir a la experiencia y volcarla en una autobiografía titulada 'Boy Erased', origen de la película.

Tras la proyección del largometraje, la activista transgénero Sarah Spatz dinamizará un coloquio con los asistentes. Nacida en Sao Paulo en 1977 y luchadora desde muy joven en favor de los derechos del colecvtivo LGTBI, la vida de Sarah Spatz daría para otra película. «Mis primeros recuerdos de la infancia son de mi madre diciéndome que yo no podía ser como era, que yo era un niño», dice.

Hasta los siete años, Sarah Spatz no tuvo excesiva conciencia de los roles de género. «Sabía que era más feliz en el universo femenino, que me atraía menos el masculino, pero tampoco veía que hubiese que elegir a la fuerza entre uno y otro. Fue en el colegio cuando descubrí que sí, que eran mundos distintos».

Sarah huyó de Brasil, un país «en el que hay muchísima represión hacia los gays y los transexuales, que son tratados con muchísima violencia, tanto verbal como física» tras una experiencia traumática. En su ciudad natal, la activista fue víctima de una brutal paliza que acabó con su ingreso en el hospital, donde la tuvieron siete días en coma inducido. Tras recuperarse, viajó a Portugal, donde residió durante nueve años trabajando en colectivos LGTBI. Después, intentó llegar a París, pero fue devuelta en la frontera de Irun, en un control policial, porque su único documento oficial era un pasaporte brasileño.

En San Sebastián, entró en contacto con la asociación Gehitu para recibir asesoramiento y pidió asilo en España, donde reside desde hace dos años.